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Mostrando las entradas de junio, 2005
Crónica Fallida XIII - Por un puñado de tierra Esperaba a María en el Pub, como solía hacerlo siempre, con mi jarra de cerveza con mi nombre grabado en ella y llena de una buena cantidad de Erdinger Weiss; la disfrutaba sabiendo que no tenía nada más que hacer en esa fría tarde bogotana y con la tranquilidad de saber que no tenía que hacer nada para la oficina el día siguiente, por la simple y llana razón que ya no tenía trabajo. Había renunciado hace 20 días y ese día había sido el último tras entregar el puesto. Mañana tendría que hacer unas vueltas y dos días después estaría muy lejos. Un lugar nuevo, un nuevo principio, un futuro promisorio pero algo incierto. Mientras en los parlantes Pink Floyd se hacía notar con "The great gig in the sky", tomé un sorbo más de la jarra, miré al espejo donde siempre se duplicaban las botellas del bar, y recordé aquella promesa que hize en el Red Lion hace ya tres años, cuando con Julián llevabamos varias jarras de frías y le dije "
Crónica fallida XII - Vulcanólogo Fui a recibirlo al aeropuerto, cosa que le extrañó, pues eso no se acostumbra en otros países. Generalmente se toma un taxi que lo lleva al hospedaje donde se quedará por uno, dos días, tal vez hasta 4 semanas, el nunca sabe que tanto tiempo vaya a estar en un mismo lugar. Augusto me contó cuando estuvo en las Filipinas, en la isla de Luzón en Junio del 1991', monitoreando la que sería una de las más grandes erupciones del siglo pasado, la del monte Pinatubo, y de los trabajos hechos para salvar a los indígenas Aeta de la zona cercana al volcán. "Fue un buen trabajo", me cuenta con orgullo, "si hubieramos dado las alertas muy pronto, nos habría pasado lo del pastorcillo mentiroso y no nos creerían cuando llegara la verdadera erupción. Si lo hacemos muy tarde, no habría salvación. He ahí la necesidad de dar una buena alerta. Una alerta oportuna y a tiempo a la vez." Me contó además que la cantidad de ceniza expulsada por el volca