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Mostrando las entradas de noviembre, 2005

La niña de los fósforos

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De nuevo Arhuaco me hizo recordar al hablar del Príncipe Feliz a otro cuento que leí de pequeño, a la Fosforitera (o la Niña de los Fósforos, en una traducción algo más libre del original). Y ahora resulta que el parche para el DRM que instalaba Sony agrega más problemas que soluciones. Como protesta, no pienso comprar el Playstation 3. Suena: Tom Jobim - Desafinado.

All your base are ..

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It was night the first time he noticed it. A rainy night. Why didn't he ever wear a scarf? It doesn't need to be cold outside for his neck to feel naked, anyway. Raindrops dripped from his hat unto his naked neck. But he didn't gave much thought to it, he was late -again- and needed to rush to the bus stop to take the Syldavian train to the launch base. The second time the question arose, he knew it for sure. It was when an unsuspecting traveler who had a cold on the third wagon of the train was staked through his heart by the hysterical group of stewardesses, screaming "all your base are belong to us". The scarf was used in Syldavia to hide the vampire's bite marks. Tibetan door and scarf I'd rather live in Colombia, where the only things you need to hide are your girlfriends hickies.

Hasta dónde llegan sus derechos?

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Navegando por el blog de Arhuaco recordé la indignación que sentí cuando supe la noticia sobre el rootkit que se instala en el computador con el programa de reproducción del disco que contiene Administración de Derechos Digitales (DRM por sus siglas en inglés) que viene con el CD para evitar que se hagan copias indabidas del disco, y con el único que se puede reproducir. En este artículo el señor Mark Russinovich desentraña la maraña de código pobremente escrito de dicho rootkit que, como todo rootkit, es complicado para el usuario común de desinstalar. Aparte de lo interesante del artículo, existe el problema legal y moral de pisotear los derechos de los demás para proteger los derechos propios, como lo hace Sony en este caso, lo que sigue demostrando que todo extremo es malo. Si lo piensan bien, sus derechos terminan donde empiezan los de los demás. O no? El problema es que solo se dan cuenta que están pisoteando a los demás cuando reciben el pisotón de regreso.

Crónica Fallida XX - El viaje

Fue un día antes de su cumpleaños 17 que Verena Schlubach llegaba de intercambio y entraba a su curso. Era octubre, como mes y medio luego de haber empezado clases. Su cabello entre castaño claro y rubio, sus ojos entre pardos y verdes, sus ojeras suaves, su piel suave y muy blanca, líneas delgadas, pero con curvas, su nariz era algo rara, boluda en la punta, como un melocotón, y delgada hacia la frente. Iba sin uniforme, con un par de jeans que dejaban ver la hermosa forma de un par de piernas largas, larguísimas, y un saco verde oscuro que dejaba entrever un delgado cuerpecito. Pero no era tanto lo linda que fuera, sino su actitud. Precisamente eso, su seguridad, fue lo que le atrajo de ella, tenía ese letrero que decia "Peligro" tatuado con tinta invisible en la frente. Cuando ella ponía sus lentes dorados sobre el puente de su nariz, lo mataba. Era de esas miradas que lo asesinaban, con su mezcla de 'nerd' y de vaga, de aquellas que creaban una dicotomía en su est

Crónica Fallida XIX - El encuentro

"Y si tal vez no nos hubieramos conocido hace 5 o 10 o 15 años, sino justamente hace 15 minutos. Habríamos podido evitar tantos malentendidos. Tal vez, solo si tal vez no hubieras sido tan niña, y yo tan tonto, para haberme dado cuenta del brillo en tus ojos, para haberme dado cuenta que tu sonrisa fácil era solo para mí. Tal vez, solo tal vez." Juanita lo miró a los ojos y le preguntó, aunque fue más una afirmación lo que le dijo: "Alguien te hizo mucho daño, cierto?". "Así es. Pero tu fuiste la primera que no lo hizo". Cual no sería su sorpresa cuando ella le tomó de la mano y le dijo: "Quiero cerrar el círculo que nunca empezamos, tomar por asalto tu fortaleza y lo que nunca me diste" y lo invitó a seguir a su casa por un café.